viernes, 14 de octubre de 2011

Excelente homilía a cargo de Monseñor Ramón Antonio Linares en la misa Solemne en Honor a “Nuestra Señora del Pilar”


NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

Patrona de Barinas 12 de Octubre 2011.

Hoy estamos los católicos de esta Iglesia de Barinas llenos de alegría y llenos de gran esperanza. Alegría, esperanza y gratitud son sentimientos que me mueven, como pastor de esta Iglesia, al celebrar con gran solemnidad esta fiesta a nuestra Patrona la Virgen del Pilar.

Alegría porque ese es el sentimiento que embarga a todo hijo al celebrar la fiesta de la madre. Esta alegría es mía y es de todo los hijos que formamos esta gran familia que es la Iglesia de Barinas. María es por encima de todo la Madre del Salvador, pero la infinitud del amor de ese corazón de Cristo traspasado por el amor le hizo pronunciar la palabra maravillosa que a todos nos llena de alegría: “mujer ese es tu hijo”. El pueblo cristiano de todas las épocas ha sentido cómo la madre ha asumido esa categoría de madre tierna y misericordiosa hacia todos nosotros.

Alegría también, en mi condición de obispo y pastor de esta gran familia por la presencia de esta digna representación de los mas variados sectores de nuestra diócesis. Aquí en torno a la Madre y Patrona se manifiesta la más hermosa expresión de la unidad de los hijos de la Iglesia en torno a la madre, quien representa el más excelso agente de la comunión de la familia cristiana. Aquí estamos juntos los pastores del rebaño: el obispo con los sacerdotes y diáconos; aquí están presentes los religiosos y las religiosas de la diócesis; Aquí están presentes los diversos movimientos de apostolado y representaciones de las parroquias de las diversas zonas pastorales de la diócesis.

También me gozo por la presencia de la autoridad civil de la ciudad en nuestra celebración patronal. Ejercicio de la autoridad civil representa un fundamento esencial en la vida y desarrollo de nuestro diario existir. El papel del cristiano en ejercicio de la potestad civil es uno de los campos donde los hijos de Dios, especialmente los laicos, han de dar testimonio de ser hijos de la Iglesia haciendo posible con su autoridad el reino de Dios, como justicia, paz y unión fraterna.

Celebrar a la madre de Dios, tiene también un sentido de esperanza, esperanza profética, que impulsa a esperar una mayor renovación espiritual y humana de la persona y de la comunidad, como el lugar donde la persona realiza su existencia. La esperanza siempre mira hacia el futuro, hacia algo que no tenemos ahora, pero que deseamos poseer ardientemente como algo bueno y deseable. Conocemos de las grandes limitaciones del pasado de esta Iglesia, Sentimos las limitaciones del presente en los mas variados campos de nuestro quehacer pastoral. Pero nos acompaña una gran esperanza como la vivió San Pablo, que no se asusta por los sufrimientos del pasado, ni se arredra ante las estrecheces y carencias del presente, “porque todo lo puedo en aquel que es mi fuerza”, y pone toda su esperanza en Cristo.

Contemplando el decurrir histórico de nuestra Iglesia no solo se confirma nuestra esperanza, sino que nos llena de gratitud al Señor por la vida pujante que hoy se descubre en variados aspectos de esta Iglesia barinesa, en la que descubrimos la presencia discreta, pero activa de la madre y patrona. Es la vida y crecimiento de una Iglesia que hoy se consolida en su gran misión de crear cada día mejores condiciones, para garantizar una iglesia misionera, una Iglesia pastoralmente equipada para el cumplimiento de su misión y por ende una mejor atención de todos sus hijos. Todo esto alcanzado en medio de estrecheces y carencias de recursos y apoyos materiales, pero hoy con inmensos recursos humanos y espirituales en todas sus comunidades.

La creación de la nueva diócesis de Barinas, un 23 de Julio de 1965, por el Papa Pablo VI, constituye a la Virgen del Pilar como patrona no solo de la ciudad de Barinas, de la que ya era su patrona, sino de toda la diócesis. Hoy son Cuarenta y seis años que se han sucedido, y tres pastores titulares que han regido su peregrinar. Quienes conocieron los orígenes de nuestra Iglesia recordarán cómo se sembró entre lágrimas, pues se trataba de un campo virgen todavía y en tales circunstancias siempre la siembra es dura y bochornosa. Así nos lo recuerda el salmista: “aquellos que iban llorando llevando el saco de semillas, hoy retornan cantando trayendo entre sus manos las gavillas” ( Salmo 126,6). El Evangelio nos afirma que unos siembran y otros cosechan y los que han seguido poco a poco este peregrinar pueden agradecer a Dios porque aquella primera y pequeña creatura hoy podemos considerarlo un tronco fuerte y robusto de muchas ramas e hijos.

Hoy lo mismo que la madre que da a luz un hijo, nos olvidamos de los dolores del pasado, nos alegramos del presente que se abre hermoso a nuestros ojos, nos dirigimos agradecidos al Padre que providencialmente conduce nuestra historia. Yo como tercer obispo de la diócesis recojo agradecido el fruto de mis antecesores y del clero que ha secundado su trabajo; Considero que la siembra no ha cesado, y aunque estamos viviendo momentos de cosecha, no han pasado del todo los sinsabores y angustias, pues cada día tiene su propia angustia; pero si puedo afirmar que en medio de ellas he acudido constantemente a la intercesión de nuestra madre del Pilar y siento que tales sufrimientos han contribuido a formar una iglesia vigilante y solidaria con las preocupaciones del obispo, del seminario y de los sacerdotes.

Celebrar este encuentro familiar es motivo de alegría y de esperanza. El fruto que pedimos de esta fiesta mariana, en honor a madre del Pilar, es que la madre siga tocando nuestros corazones y nos mueva a una mayor devoción a la madre de Dios, y actualizar, mas fuertemente, la profecía de María: “me llamarán bienaventurada todas las generaciones”. Hoy nos alegramos con la madre, renovamos la esperanza cierta de que ella nos irá conduciendo y sacando de las catacumbas y del túnel oscuro en el que aun vivimos hacia una plena luz de paz y de progreso sostenido en lo humano y en lo espiritual.

Nos unimos en una gran acción de gracias a Dios porque lo que Dios hace con María lo hace también por nosotros, porque ella no ha sido otra cosa que un instrumento divino para hacer realidad el amor salvífico de Dios y hacer realidad en el mundo el proyecto de su Hijo Jesucristo. Dios ha tenido una gran delicadeza con nosotros los hombres, cuando quiso, en su misericordia, asociarnos a su proyecto de salvación. Al elegir María como madre unida indisolublemente a la obra redentora del Hijo, nos ha asociado también a nosotros como miembros de su cuerpo, al mismo proyecto salvador.

Asi como Dios ha querido asociar la historia de la ciudad de Barinas a la devoción a la Virgen del Pilar mantengamos firmemente esa sociedad que nos garantice llegar como pueblo, con seguridad, a puerto seguro. Tanto la Virgen del Pilar como la ciudad de Barinas vienen unidas en un mismo peregrinar. Desde las montañas andinas de Altamira de Cáceres hasta encontrar aquí definitivamente su asiento para edificar una ciudad donde debe imperar la paz y el seguro desarrollo de todos sus hijos.

Al celebrar su fiesta pidamos a la madre que siga guiando el peregrinar de nuestra ciudad de modo que podamos gozar gozar de un crecimiento digno del ser humano, y como Iglesia crecer en plena identidad con Cristo y conscientes de nuestro compromiso de trabajar por implantar el Reino de Dios.

Para concluir bendigamos a Dios por toda esta Iglesia de Barinas y por las obras eclesiales que garantizan el futuro cristiano y misionero de esta Iglesia. Lo bendecimos por esta Iglesia que hoy se hace aquí presente: El seminario diocesano Nuestra Señora del Pilar, los sacerdotes diocesanos y religiosos, por las religiosas y movimientos de apostolado, por la variedad de servicios pastorales según las categorías o condiciones de sus fieles que componen nuestra Iglesia. Esta es la Iglesia de Barinas, una que crece bajo el cobijo maternal de la Virgen del Pilar. Por eso Señor, como Obispo, en representación de esta tu Iglesia, gracias a ti Padre misericordioso y a ti, Virgen del Pilar, madre santísima y patrona nuestra.

Mons. Ramón Linares Sandoval

Obispo de Barinas

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